jueves, noviembre 23, 2006

Mujeres en la ciencia

"--Se ha interesado también por el papel de las mujeres en la ciencia. ¿Ha mejorado?
--Todavía falta que las mujeres lleguen más masivamente a las categorías superiores de investigación. Pareciera ser una estrategia femenina no competir, quedarse en un puesto con horarios menos exigentes porque quieren compatibilizar su carrera científica con el papel de madre y esposa. Muchas mujeres no empiezan a producir sino hasta que tienen más de treinta o cuarenta años, porque han hecho un receso para criar a los hijos. No hay todavía políticas de Estado para mujeres jóvenes que quieren ser científicas o ingenieras."

El párrafo anterior fue tomado de una entrevista que le hicieran a Hebe Vessuri, jefa del Departamento de Estudios Sociales de la Ciencia del IVIC, quien se acaba de convertir en una de las pocas mujeres que ha recibido el Premio Nacional de Ciencia. La entrevista fue publicada por Marielba Nuñez en el periódico El Nacional de Venezuela, el martes 21 de noviembre de 2006.
(Foto: Jesús Castillo)

Como creo que es un caso importante de reseñar y además toca el tema del balance entre el trabajo y la vida personal, me pareció interesante comentarlo en este blog.

A continuación, la transcripción del reportaje completo:

"En la serenidad de su casa, mientras lucha por restablecer su salud, Hebe Vessuri acaba de recibir la noticia de que le ha sido otorgado el Premio Nacional de Ciencia. No dejó de ser una sorpresa, porque confiesa que no siempre se les presta demasiada atención a las ciencias sociales, y mucho menos al campo al que ella se ha dedicado, nada menos que al estudio del propio quehacer científico. Por ello piensa que esto significa que comienza a reconocerse que la ciencia tiene una implicación cultural y social, "y que hay un interés creciente en este tipo de trabajo".

Antropóloga, con un doctorado en antropología social en la Universidad de Oxford, Vessuri es jefa del Departamento de Estudios Sociales de la Ciencia del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, al que llegó nada menos que de la mano de su fundador, Marcel Roche, que la escogió como su sucesora cuando llegó la hora de su retiro. Corría el año de 1991 y Vessuri estaba entonces en la Universidad de Campinas, en Brasil, pero no dudó en volver al país donde había trabajado durante varios años y donde sus hijas estaban estudiando.

Muy joven dejó su país natal, Argentina, para ir a estudiar a Inglaterra. El golpe de Estado que ocurrió allí en 1966, la hizo desistir de volver y entonces se trasladó a Canadá, donde enseñó en universidades de Halifax y de Vancouver. Decidió volver a sus orígenes en 1971, para dirigir el Centro de Investigaciones de Tucumán, pero su esposo, Santiago Bilbao, fue detenido, lo que la obligó a buscar un lugar en Latinoamérica para emigrar y poder escapar de la persecución política. El sitio escogido fue Venezuela, a donde llegó en 1976. Confiesa que entonces no sabía mucho del país, aunque Bilbao, "que era un gran lector y un latinoamericanista, sí conocía mucho".

En el Cendes, José Agustín Silva Michelena le dio a Vessuri la responsabilidad de crear un posgrado de política científica y tecnológica, uno de los primeros de su tipo en América Latina.

"Comenzó a crecer un pequeño conglomerado de gente, que integró el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y otras áreas de gobierno".

Está orgullosa de haber ayudado a hacer carrera en el área científica a muchos jóvenes y señala que ha formado más de 60 discípulos en maestrías y doctorados.

"Es muy satisfactorio, porque hemos ayudado a consolidar un campo de investigación en el país y en la región". Forma parte de una generación de personalidades que contribuyeron a apuntalar un pensamiento latinoamericano en ciencia y tecnología, y nombra entre ellos a los intelectuales argentinos Amílcar Herrera y Jorge Sábato, al peruano Francisco Sagasti y al venezolano Roche.

"Eran científicos con una preocupación muy real y concreta sobre la necesidad de definir agendas autónomas y una política científica para América Latina".

--Usted dijo una vez que la ciencia sirve para construir identidades.
--Ahora, con más años encima, creo que la ciencia puede servir también para destruir identidades. Puede ayudar a construir una identidad más rica, más universal, pero es importante no perder los rasgos sui generis. Una cosa es la ciencia como se hace en Italia, la India, Japón, y otra como se hace en Venezuela. Saber eso nos ayuda a fortalecernos más como colectivo.

--¿Comparte la opinión de Marcelino Cerejido de que los países latinoamericanos tienen científicos, pero no ciencia?
--Empiezan a construirse pequeñas tradiciones que reconocen su pasado. Cuando comenzamos nuestro trabajo hace más de treinta años nos parecía que a los científicos les cuesta mucho reconocer el valor de lo que hubo antes, les parecía que lo que se hacía antes no era ciencia. No había interés en la memoria. Ahora a algunos les gusta Humberto Fernández Morán, a otros Marcel Roche o Arnoldo Gabaldón. Los usan para sus peleas a veces personales y políticas, pero ya se reconoce una tradición colectiva. Es importante reconstruir esa memoria. Hay mucha gente que simplemente ignora la utilidad de la ciencia y el valor de la ciencia. Es importante mostrarlo.

--Se ha interesado también por el papel de las mujeres en la ciencia. ¿Ha mejorado?
--Todavía falta que las mujeres lleguen más masivamente a las categorías superiores de investigación. Pareciera ser una estrategia femenina no competir, quedarse en un puesto con horarios menos exigentes porque quieren compatibilizar su carrera científica con el papel de madre y esposa. Muchas mujeres no empiezan a producir sino hasta que tienen más de treinta o cuarenta años, porque han hecho un receso para criar a los hijos. No hay todavía políticas de Estado para mujeres jóvenes que quieren ser científicas o ingenieras."

No hay comentarios.: